Noche cerrada y clara, de esas que siguen a atardeceres añiles con estrellas y algunas nubes como piedras pulidas, dalinianas. Esos atardeceres puros del frío. Es el siglo XIII, estamos en la Sierra de Alcaraz, cuya ciudad nada tiene que temer porque tiene buenas murallas, pero unos pocos bandoleros granadinos vienen saqueando las aldeas desprotegidas del interior de los valles, prendiendo fuego a los campos y llevándose el ganado de los repobladores venidos de las tierras del norte. Una hoguera se enciende sobre el pico de una montaña para dar la voz de alarma.
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